Durante mis estudios en la universidad andaba ‘a palos con el águila‘ o ‘a patadas con los piojos’. Escaso de dinero, siempre corto, beca de almuerzo y deuda grande de crédito universitario. Pero muchas veces estaba contento con super poco.

Apenas tenía un poco de dinero, gastaba la mayoría en libros. Libros de poesía sobre todo. Poetas malditos, poetas acomodados, poetas en decadencia, poetas con mucho dinero, poetas enfermos, poetas pobres, poetas sanos, poetas vagos, poetas de todos colores. La mayoría eran chilenos: la facilidad de coleccionar lo cercano. Y tuve Turkeltaub, Zurita, Maquieira, Rojas, de Rokha, Lira, etc. Desde esa época he tenido casa, contenedores, casa, camion, casa, avión, casa… y muchos libros perdidos. Todavía hay unas pocos libros que se salvaron: ‘Del relámpago’, ‘los Sea Harriers…’ (versión original firmada por el autor); pero la mayoría están en limbo. No estoy seguro de que pasa con ellos. Estan missing in action, con incertidumbre colgando de su destino final, quizás guardados en una caja polvorienta, quizás vendidos por una miseria a una librería de segunda mano. Recuerdo a un veterano de guerra en una calle en Gainesville, sentado en una silla de playa y con un lienzo que decía ‘you are not forgotten’ refiriendose a prisioneros en Vietnam. Igual, es difícil olvidar libros.

Libros y música son substancialmente diferentes. Si regreso a escuchar ‘Close to the edge’ (Yes) suena bien, pero terriblemente anticuado. Sin embargo, si leo ‘Desplazamientos’ (Federico Schopf) todavía se defiende a gritos y patadas del paso del tiempo. Quizás por eso es que me sentí contento al encontrar (o descubrir para mí mismo) el sitio Memoria Chilena, mantenido por la DIBAM (Direccion de Bibliotecas, Archivos y Museos). A todo esto, ¿Cuál es la fascinación de las instituciones públicas con las siglas?. La maravilla tecnológica de leer nuevamente “Canto a su amor desaparecido” (Zurita) o “Proyecto de obras completas” (Lira) y la tortura de poder ver sólo la cubierta de “La nueva novela” (Martínez).

La delicia de reencontrar a mis amigos, no en hojas de papel pero en partes de un archivo:

Canté, canté de amor, con la cara toda bañada canté de amor y los muchachos me sonrieron. Porque escribo estoy así Por que escribí porque escribí ‘es toy vivo’ la poesía terminó conmigo.

Así es la historia, gracias DIBAM y quién quiera que sean los auspiciadores. Gracias desde lejos y gracias a Spinetta por producir el verso que titula este artículo.