El estar hoy en tren de carga no es casualidad. Se lo debemos (en mucha parte) a otros poetas.

Tiempos pasados leyendo a Huidobro, Parra, Rokha, Rojas ya sea esperando una micro, sentado bajo un damasco o “esperando el agua más fría de la llave” no fueron más que una estratégia de querer viviir la vida girado hacia otro rumbo.

Ganímides, fué un experimento de David Turkeltaub. Un experiemto con tanta pasión como la “maquina de Dios” que nos tuvo (tiene) siempre felices de existir bajo los designios de la poesía.

Hoy, antes de partir a dar un curso, recorrí de un pasar mi estante de libros de poesía. Por esas casualidades de lo estocástico, me detuve en “Hombrecito Verde”.

Ahora, tengo claro que haré al regresar a mi casa. Lo lamento mucho.