Muchos se sorprenden por el canto de los pájaros en la tarde. Poetas, escritores, antropólogos, muchos.

Se les atribuyen designios indecifrables, pseudo-voces que rondan en los jardines como mensajes escondidos en una botella, coros gritos de dolor y de sangre.

¡Nada más errado que esas ideas de poetas! Aúnque siempre me he declarado poeta, esta vez son ideas que se deslizan en el verbo, en el no saber mirar o mirar desde lo inútilmente humano.

Y bueno, qué son entonces esos cantos de pájaros en la tarde o a minutos de un desvelado amanecer?

Solo son eso…cantos de pájaros, cantos de criaturas maravillosas, como los árboles y el viento es sus copas que forman los bosques. Como los seres humanos aún niños que conservan eso de ser criaturas maravillosas al igual que todo en la naturaleza.

Eso es, naturaleza. Sin más explicación que naturaleza compleja, agreste, suave, tímida e intrépida. Naturaleza, a pequeña escala, a escala de insectos, de pájaros, de seres humanos, de bosques, de manglares, de planetas, de galaxias, de universos.

Donde vivimos tú y yo. A distancias infinitas entre tú y yo, pero acotadas por el movimiento de rotación terrestre.

No domino el lenguaje de forma apropiada y mis horas no han sido atravesadas por la muerte fulminante. Eso me hace afortunado o un ingenuo.

Silencio! Es hora de sentarse en la terraza y esperar que comience otra vez la noche plagada de cantos de pájaros.

Silencio! Es hora de dejar tranquilo al poeta herido en sus alas por una muerte fulminante.