En verdad nadie pide lo contrario:

Que al llegar el otoño comience el frío y debamos sacar las hojas de los techos.

Que llevemos a mantensión nuestros artefactos.

Que caigamos rendidos al comenzar una semana.

Que el silencio detenga  el movimiento del aire que está atrapado en nuestra pieza.

Si me preguntas, hoy prefiero los espacios imaginarios a aquellos reconstruidos.