Son las 11 de la noche y los 33 grados no seden en una comarca en el corazón de Cataluña.

Camino por las calles buscando refugio a este día que nos castigó con sus látigo a 40°C de calor.

Pero aquí estas Cantabric. Tu barra iluminada por el reflejo de licores desconocidos en tu gran espejo. Tus maquinas traga monedas que me recuerdan caminatas de verano al lado de una playa al sur. La cerveza rubia en la barra y ese diario en lengua indecible que me muestra como han venido los días.

Aquí Cantabric parto otra cena en tu salón que se asemeja a la vida eterna.