Vienes tarde otra vez, como tren de carga

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Quiero volver

Hace una semana volví a ese Valparaíso de calles de piedras levantadas y muros de fonolitas pintados por el aceite de una muchedumbre abandonada rumbo a la modernidad.

A ese Valparaiso que en su caminar a ratos se muestra glorioso y a ratos triste producto de golpes de ignorancia de aquellos que piensan que la belleza tiene solo un punto de fuja.

Caminé por sus calles y fui recordando en cada esquina vidas pasadas que sin saber si fueron mejores que las nuestras, están ahí contando historias de redenciones y levantamientos.

Valparaiso sigue vivendo a pulsos de época, de sus mujers y hombres solo fieles al mar, fieles a la pendiente fuerte, a la caída fantástica después de perder el equilibrio en la colina.

¿Pero, donde estuviste estos años me preguntas?

Escondido en lo profundo del bosque, escapando junto a otras especies de la sequía, intentando construir triste un nuevo nicho, un incompleto nicho que no será suficiente para todos.

Estuve muy alejado de ti y de esa línea de luces de la tarde que marca tu llega al pacífico y de ese verdor que imponen las palmas marcando tu llega dinámica al borde de la colina.

Pero estoy de regreso. Con amores frescos que me llevan a la resurrección de los sentidos, con recuerdos de antiguos y nuevos difuntos y de los que vienen en camino todavía.

Aquí estoy Valparaíso, perdido frente a tí, como quimera olvidada en el horizonte.

Lo que no se pierde

Después de meses navegando sin claro futuro, tratando de adivinar la próxima hora en base a historias y recuerdos quebrados en el suelo, me pregunto: ¿que va quedando?.

Después de haber recorrido durante medio siglo horizontes que esconden colores estridentes, bosques húmedos de hojas recicladas y profundas, me pregunto: ¿que vas sintiendo?.

Despues de haber descubierto abismos interminables, como surcos infértiles de hielo en la piel de un polo terrestre.

Después de haber sentido el silencio y de haber olido el perfumen de una imagen en una manaña post-tormenta.

Después de haber visto las alas de un albatros en el filo de una ola oculta por el humo de los cruceros.

Después de estar encerrado tanto tiempo en la jaula de mis torpes ideales…

¿Que es en realidad,

lo que la memoria no quiere dejar,

lo que no se tranza ni por un día más de sol,

lo que no se pierde y al final escogeras para llevarlo contigo a tu regreso?

Vivir en la pandemia

Visitarnos, saludarnos y abrazarnos era cosa común desde siglos. Han cambiado modos e intenciones con el tiempo pero siempre el poder conversar y decir que existíamos en el lenguaje fue nuestro objetivo.

Ahora, desde que la palabra pandemia se volvió experiencia práctica y llevó de súbito nuestros libres movimientos a un encierro perpetuo, tememos al vecino, al aire, al ruido y a al vacío que hay afuera.

Fuimos obligados a cambiar nuestros modales de verbena en fiesta perpetua por modales de astronautas que orbitan a velocidades increíbles alrededor de un viejo cuerpo celeste.

Normas de higiene y horarios estrictos nos hacen recordar la debilidad de una especie que, avalada por la globalidad de sus movimientos, ya se pensaba todo poderosa.

Estoy lejos del mar

Sábado, 4 de Marzo 9:40 hrs. Vamos caminando por un sendero que nos lleva hacia antiguos bosques que han sobrevivido el efecto invernadero y las olas de un mar de calor que nos llegó de repente.

Estamos lejos del mar, de su humedad y de sus movimientos que mueven nuestros corazones como las madres mecen a sus hijos en el profundo crepúsculo que precede a la noche.

Es de sabios decir que llegaremos pronto a esos bosques donde seguro se abrirá un paisaje que nos permitirá descansar y reponernos de estos seis meses donde el recorrido ha sido duro.

Pero estamos lejos del mar, de su ruido iterminable que con su golpe marca una orilla indefinible que separa para siempre los infinitos mundos del agua, el aire y la valdía tierra.

¿Y si buscamos el agua al sur?

Santiago, 1 de Febrero 10:30 am. La paradoja de cambio asociada a una sequía implacable que cubre los campos convirtiendo el verde de las fotosíntesis en baldosas de arcilla ya es nuestra realidad.

Hemos tomado nuestras maletas cargadas de hechos concretos yy fundamentales para huir de un calor que sobrepasa en tiempo y espacio hasta los más adaptados filos de la materia.

Sabiamos que si viajabamos al sur encontrariamos el agua en formato de lluvia que ya casi habíamos olvidado. Nuestro deseo no es más que sentir la humedad en nuestras caras y manos ya partidas por el norte.

La promesa fue cumplida y bajo esa lluvia al sur volvimos en parte a la vida. Esa ya perdida por tanto evento que desarma hasta los preceptos más profundos cconcebidos por la historia de estas calles.

Ahora estoy en la puerta, mirando a los míos que sonrien y sueñan juegos de invierno. Invierno que no llegará a nuestras casas si se cumplen las profecias de los científicos lunáticos de siempre.

Encuentro en Venecia

Sábado 22 de Febrero 13:20 hrs. Si estuviésemos en otro planeta a 11.000 años luz del nuestro, esta sería la imagen que más les llamaría la atención a magos y astrónomos de esas lejanas tierras. Nuestro encuentro en Venecia. Como paradoja de la luz y de la vida que se construye a pulso de emosiones.

Mélange en el subte

Viernes 17 de enero 12:10 hrs. Que nos ha pasado hoy. Bajo tierra la urbe escalofriante de ruido. Cantantes de ópera violines y vendedores de agua llenan el espacio posible.

Un escenario, un mini market y la muchedumbre que entra y sale transando sonidos y mercaderias para pasar el calor o para olvidar el día en movimiento.

No se si es cultura o simple desesperación por querer pagar un arriendo a fin de mes o algunos días de descaso en una playa muy local.

Aqui en lo subterráneo la vida fluye con alta entropía y miedo al fuego que se descarga silencioso sobre un Santiago de Chile cada día más desarmado.

Galaxia orgánica

Domingo 12 de enero 18:45 hrs. Vivimos en la galaxia organica, esa llena de carbono que queman las usinas al fondo de las ciudades emergentes como propiedades de sistemas muy pero muy complejos.

Aquí vamos sujetos a líneas de árboles que capturan la luz y en malabares de moleculas unidas por la nada giran marcando el sinodo de habitantes que caminan bajo una luna lejana pero habilmente presente.

Aquí nacinos, aquí vivimos y aquí moriremos en una especie de paisaje hecho de polvo lejano hasta el zenit que lleva a una tarde de enero a ciclos de carbono interminables que ya nos colman la paciencia.

Ofrenda floral

Hicimos, dijimos

Hicimos lo que hicimos,
dijimos lo que dijimos,
insultamos a los violentos
a esos jalados, motivados por el miedo
las órdenes perentorias
y el goze del poder.

Hicimos lo que dijimos,
dijimos lo que hicimos,
rompimos el yeso, las mordazas
despertamos el misterio
de no saber lo que viene.

Lloramos de rabia,
saltamos de esperanza,
hicimos lo que hicimos
para despertar el misterio
para no saber lo que sigue.

Dedicación al arte

Para dedicarme al arte debo:

  • Dejar las maquinas cibernéticas por la fotografía a papel lustre.
  • Escupir sobre una botella a plastico para beber sobre un vaso a vidrios reciclados.
  • Bajar del caballo a herraduras de carbono para montar la máquina fotosintética.

El paracaídas controla la subida por medio de micro-jets a comandos nanoelectrónicos.

Para dedicarme al arte debo cambiar de lado estas conclusiones.

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