Vienes tarde otra vez, como tren de carga

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Mirando

Mirando, con toda la ingenuidad del mundo, porque un árbol nos protege.

Vida siempre

‘Vida siempre’ reverbera en los audífonos, majestuosa, violando las restricciones de MP3. Me tuerces, me llamas hasta que no siento nada.

En este invierno que se avecina imparable, la música es lo único que se mueve en el estacionamiento frente a mi oficina. Las hojas caen lentamente, trastocando la imágen: frame by frame.

El lenguaje muta en mi cabeza (’oración derredor de luz’) y—quién diría—escoger palabras cuesta, switching languages, switching songs. Es jazz, es rock, es tango, no te vayas por favor. Y los teclados de Leo Sujatovich tocan el alma.’Vida, vida siempre, es amanecer’.

Busco un video con esta canción y no hay caso. Algunos impostores tratan de mediar las palabras, pero no hay caso. Esta canción no acepta traducciones a media.

Y el invierno arroja su cara, frío, despiadado. ¿Dónde estás en estos momentos de necesidad? El invierno adelantado se lleva las últimas hojas. Usualmente todavía quedan unas flores.

Hijos del exilio

No hay accidentes, sólo situaciones coincidentes. Alguien me dijo que me quiero hacer pasar por lo que no soy. ¿Pero de dónde soy? Soy hijo del exilio. ‘Fuimos valijas de nuestros padres’. Nadie nos preguntó si queríamos irnos o si queríamos volver.

Exámenes de revalidación de estudios, acentos o idiomas nuevos. Paula saltó al vacío algunos años atrás, sola en New York. ¿Qué será de Amparo y esos ojos grandes? Andrés en la lucha eterna contra el sobrepeso.

Somos muy diferentes el uno al otro; quizás lo único en común es que estamos perdidos. Y nos cambiamos de aquí para allá, buscando algo que no podemos encontrar: la paz de regresar. Simple, no tenemos punto de partida.

Auto de fé

He sido, soy, un apóstata. Problemas con estructuras y órdenes predeterminados, dogmas y otras restricciones me han empujado a buscar alternativas. Puedo estar de acuerdo con el fín–al menos en algunos casos–pero no con los medios.

Debo también confesar que nunca he podido ‘dar hasta que duela’. Es una seria limitación en la que aún estoy trabajando.

Temo al conformismo, temo a la renuncia total, temo el vivir igual día tras día. Admiro a los que abrazan la incertidumbre, pero reconozco que a veces me aterroriza.

Creo en ti.

Yo mismo soy

En medio de una ensalada de clases, investigación, teniendo que transferir todos los archivos del Macbook Pro viejo al nuevo, corrigiendo tareas y por una de esas coincidencias aleatorias iTunes escupe:

yo mismo soy la nueva moral,
los valores póstumos de la tierra de nadie.

Cuánto tiempo hace que no escuchaba Santiago del Nuevo Extremo en ‘Para comprender lo que viene’ (letra aquí). En el apuro de lo cotidiano olvido muchas veces la vida subyacente:

Tu y yo tenemos miedo y sin quererlo
vivimos esperando algo de los números, de la historia, del tiempo,
de esos gritos en la calle que llaman la libertad.

Vivimos esperando algo que no ha llegado, en ese ‘waiting place’ que tan claramente retrató Dr Seuss. Esperando que alguien más nos entregue lo prometido, que alguién más se haga responsable. Basta. Nosotros somos ‘alguién más’, es nuestra tarea.

El Macro-profeta

El macro-profeta dice macro-profecías sobre un macro-dios que gobierna las leyes de su macro-universo.

Habla con un macro-discurso que atrae a macro-multitudes que lloran y se emocionan con macro-sentimientos. Sus macro-milagros sanan a los macro-pobres del planeta dejando en su verdadero lugrar y justicia a las macro-economías del mundo.

Al llegar, el macro-profeta ha generado macro-problemas a los macro-gobernadores de turno. Han mandado a buscar a macro-científicos y macro-sacerdotes para rebatir las macro-verdades que de su macro-boca salen como macro-caudales de rio.

El macro-profeta duerme en un macro-bosque al borde del macro-desierto de Atacama. Lo cuidan tres macro-señoras que por pura macro-bondad decidieron dedicarle sus vidas.

Sale el macro-astro Sol y el macro-profeta empieza la mañana deleitarnos con su juego de micro-fotosíntesis.

Escenario A1

Salto de la cama y corro las cortinas de la pieza.

Denso desnudo me aplaude un grupo de señoras que toma el té en mi terraza.

Denso desnudo les digo: no os confundais con este cielo despejado ya que en ultra violeta es un cielo criminal!

Retorno a mi cama inflamable a seguir con mi siesta de macro-profeta.

Pensando en Beta

Caramba! esto está canijo….

Lo del calentamiento, global, globular glocio-normal, etc.

28° celcius en un dato, pero 28 ° celcius en abril es información.

10 mm es un dato, pero 10 mm en mayo es más información.

Es un outlier si ocurrió ayer. Es tendencia si tengo que caminar en polera durante los próximos 100 otoños de mi vida.

Caramba! esto está canijo…

Vayan ustedes a saber!. Dato en 3D no es lo mismo que información al cubo.

Fijo en la mente

Usté no está gorda, Eulogia. Es un bastión contra la anorexia apátrida

Fontanarrosa en Inodoro Pereyra.

Y soñé con los helicópteros

Anoche soñé nuevamente con los helicópteros. Pasaban volando bajo y los veía desde al lado de la Casa de la Cultura. Los jardines de la famosa casa tenían unas palmeras—y esto no es sueño—donde acostumbraba a jugar a esconderme con mi amigo Gonzalo. Mirando desde las palmeras vimos helicópteros que se movían como gigantes lentos. Cierto, esto tampoco era sueño. Eran hermosos y desconocidos.

Pero estaba hablando de mi sueño… Ahí los helicópteros son dueños de una soledad espantosa, algo así como los Dementor en Harry Potter, pero peor, porque son mucho más reales y no son un juego de ficción. Los helicópteros son viajes forzados (en que uno es equipaje, nadie preguntó ‘quieres ir’ o dió opciones), uniformes, acentos, modismos, timidez, burla, paisajes extraños—más hermosos que los helicópteros, y una mirada apátrida.

Claro que puedes estar pensando que Erick Pohlhammer describió los mismos Helicópteros con harto mas gracia:

…hasta que llegaron los helicópteros y los  helicópteros
se establecieron desde allí hasta siempre
                girando y zumbando como tábanos
              de acero los helicópteros
girando sobre nuestros cerebros, zumbando sobre nuestros cerebros

Pero esos no son mis helicópteros, sino que los de Erick, y el tenía diecisiete y yo era protohumano de seis. Y anoche en serio soñé con mis helicópteros, lo que sucede a menudo cuando se acerca mi cumpleaños, cuando la memoria punza desde un rincón.

Cuando sueño con los helicópteros pienso ‘quizás estoy cagado de la cabeza’, piantao de tango, no quiero transmitir esto a las generaciones futuras. Siento que tengo que conectar con quienes no he hablado por años, aunque sea para descubrir que ya no vale la pena. Mi mente vuela sin restricciones, todo por unos putos helicópteros.

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