Vienes tarde otra vez, como tren de carga

Category: Miradas Page 2 of 18

Emprendimientos

Se inundó la ciudad, como cada vez que llueve más de un par de gotas. Los ríos porfiados se tomaron las calles, insistiendo que sus cauces anteceden pergaminos y títulos de propiedad, concreto y gaviones. “Somos ríos y no creemos en el papel” explicaron con voz profunda e impaciente. Los márgenes de costumbre respondieron con emprendimientos, que es una manera bonita de decir pegas precarias. Ingeniería de puentes con tablas y ladrillos, ferries de triciclos o incluso viajes al apa. Lo que sea para que los transeúntes eviten por unos pocos pesos quedar embarrados cruzando la calle, trasbordando de bus a colectivo (o viceversa). Té o café con sopaipillas o arepas para entrar en calor completan el servicio. Su propina es mi sueldo, ¿le cuido el auto?, unos cuadros de papel higiénico en el baño público. Así es el empresariado de invierno en la Nueva Extremadura.

Waiting in the rain

En estos días de lluvia

En estos días de lluvia y encierro la gente discute, entre alivio y reticencia, un buen quiebre a diez años de megasequía. Peleas van y vienen si es que llueve como en una imaginada lejana infancia, y yo me transporto a Valdivia, capital de lluvias frontales eternas.

Don Redolés hablaba de “una sinceridad de panadería que me pone nostálgico y sureño”, pero ese sentimiento es mucho más intenso en una micro Valdiviana. Se raja lloviendo y los limpiaparabrisas de la máquina no funcionan. Y me angustio viendo que el chofer cada vez puede ver menos; mi mente matemática diagnostica visibilidad asintótica a cero. Parado en el pasillo no veo nada y el maldito sigue manejando, hasta que el chofer mueve—así, a mano—el limpiaparabrisas y me sobrepasa un alivio enorme. Esa única limpieza tiene que dar para un montón más de cuadras, hasta que se acuerde o llegue a un paradero.

Hay además una humedad de pecera que lo impregna todo. Es el vaho de parkas y abrigos que no se han secado bien por semanas, porque no ha parado de llover desde hace más de un mes. Y, como si fuera poco, de repente se siente ¡ping! No, que no sea. ¡Ping! Sí, es, una pulga saltando de pasajero a pasajero, buscando su próxima víctima que resulta ser… yo. Pucha, me acabo de pegar una pulga y el chofer va escuchando la radio, manejando a tacto y tengo que empujar y apretar cuerpos para tocar el timbre.

Llego a la casa a quitarme la ropa y empezar la búsqueda milimétrica hasta encontrar a la pulga. No vaya a ser que terminemos con una invasión en la casa. De fondo suenan las gotas fuertes en el techo corrugado de la casa de madera, más fuerte o más suave, pero siempre presentes, como las pulgas de las micros de Valdivia.

Una tela de cebolla

Chile es un velo, una tela de cebolla que cubre livianamente el paisaje. Es como uno de esos campos llenos de arañas australianas que viajan con sus paracaídas blancos, cubriendo absolutamente todo. Hay quienes argumentan que las instituciones con columnas jónicas y bibliotecas con leyes y decretos son una señal gloriosa de desarrollo. Bueno, eso y los notarios poniendo timbres, y firmas apuradas con lápiz pasta denotando eficiencia. ¡Hemos dominado y construido el paisaje!

Pero si uno mira con cuidado, la lámina de órden está hecha de cholguán, fonolas y pieles de gato teñidas con manchas de jaguar. La abundancia de hoyos se tapa con una mezcla de sopaipilla y chancaca untada hasta ser translúcida; o con mortadela cortada de visita, que es mucho más sabrosa (en mi humilde opinión). Si llueve mucho, o tiembla fuerte o aparece un bicho chico empiezan a relucir los hoyos.

Es de buen pobre guardar la base de la cebolla, plantarla y cosechar una nueva meses después. Así podemos tener más telas—cosidas con hilo negro y pegadas con engrudo—para cubrir los bosques de hualo, de espinos, y de ulmos. Un nuevo velo para cubrir levemente el paisaje, por lo menos hasta la próxima crisis.

Campo cubierto de telarañas en Australia.
Arañas Australianas (foto: EPA).

Lo que no se pierde

Después de meses navegando sin claro futuro, tratando de adivinar la próxima hora en base a historias y recuerdos quebrados en el suelo, me pregunto: ¿que va quedando?.

Después de haber recorrido durante medio siglo horizontes que esconden colores estridentes, bosques húmedos de hojas recicladas y profundas, me pregunto: ¿que vas sintiendo?.

Despues de haber descubierto abismos interminables, como surcos infértiles de hielo en la piel de un polo terrestre.

Después de haber sentido el silencio y de haber olido el perfumen de una imagen en una manaña post-tormenta.

Después de haber visto las alas de un albatros en el filo de una ola oculta por el humo de los cruceros.

Después de estar encerrado tanto tiempo en la jaula de mis torpes ideales…

¿Que es en realidad,

lo que la memoria no quiere dejar,

lo que no se tranza ni por un día más de sol,

lo que no se pierde y al final escogeras para llevarlo contigo a tu regreso?

Cuentan los antiguos

Cuentan los antiguos que cuando los volcanes amenazaban con lava, los terremotos quebraban huesos o los incendios consumían bosques enteros había que hacer un sacrificio. Un pequeño animal, una comida especial o un cántico rítmico apaciguaban a los dioses. El fuego retrocedía, el volcán ladraba pero no mordía y la madre tierra se relajaba con uno que otro estertor hasta alcanzar calma completa.

Pero ya no tenemos a los antiguos y los dioses modernos son de plástico con un microchip que abre las puertas a los templos del comercio. No basta una canción o un plato especial; es hora de subir la apuesta y sacrificar humanos.

(En general de los más baratos parece ser una buena idea. De cota baja, ciudadanos de a pie y buenos para el fanshop y el completo)

Cuando en el futuro hablen de los antiguos se van a referir a nosotros, preguntándose por qué transamos vidas por tarjetas de plástico.

Encuentro en Venecia

Sábado 22 de Febrero 13:20 hrs. Si estuviésemos en otro planeta a 11.000 años luz del nuestro, esta sería la imagen que más les llamaría la atención a magos y astrónomos de esas lejanas tierras. Nuestro encuentro en Venecia. Como paradoja de la luz y de la vida que se construye a pulso de emosiones.

En el fondo de tus ojos

Martes 26 de Noviembre 17:30 pm. Ya no están los tiempos para ocultarte aquella verdad inesperada que nos llegó de súbito como flash de una fotografía digital no deseada.

La luz que se consume en el fondo de tus ojos formando las imágenes cotidianas que construyeron tu infancia y te enseñaron a reconocer plantas, aves y paisajes ya no llegará más.

Dicen que fue un error estar ahí ya que la muchedumbre, con sus gritos de revancha y equipos de defensa, al igual que juegos de niños en día de lluvia invernal, confundía hasta los signos zodiacales.

Pero algo es claro hoy entre copas de árboles primaverales que cambian de color y forma como lo hace hoy el ánimo extenso de los individuos en las calles de la ciudad .

Sueños violentos seguirán visitando nuestra memorias y ahora, para poder mirar el paisaje, tendremos que exhumar nuestros recuerdos ignorando por siempre la luz en el fondo de tus ojos que no volverá.

Galaxia orgánica

Domingo 12 de enero 18:45 hrs. Vivimos en la galaxia organica, esa llena de carbono que queman las usinas al fondo de las ciudades emergentes como propiedades de sistemas muy pero muy complejos.

Aquí vamos sujetos a líneas de árboles que capturan la luz y en malabares de moleculas unidas por la nada giran marcando el sinodo de habitantes que caminan bajo una luna lejana pero habilmente presente.

Aquí nacinos, aquí vivimos y aquí moriremos en una especie de paisaje hecho de polvo lejano hasta el zenit que lleva a una tarde de enero a ciclos de carbono interminables que ya nos colman la paciencia.

Paranormal

En los años 70 Uri Geller entró a nuestra realidad, doblando cucharas con su mente. Era una mentira cochina y un negocio redondo, pero así era el epítome de lo paranormal. Cazafantasmas explotó en los años 80, con fantasmas pegajosos y un incrédulo Dr Venkman liderando a colegas convencidos, pero por un precio. No era cosa de cazar fantasmas gratis, por lo menos al principio de la película.

Por eso no es de extrañar que Chile tenga personajes que explotan su paranormalidad. A ver, esto pasa en todas partes; cada país tiene sus Geller y Venkman. Pero el nivel de paranormalidad y el número y composición de personajes en Chile cuesta entenderlo. Hay una legalidad donde robar millones es menos malo que un delito de poca monta. Es un mundo de primos, amigos de colegio que no doblan cucharas con triquiñuelas, sino que tuercen regulaciones y destrozan ecosistemas en el proceso.

Y pasó en los 70, en los 80, en los 90, … hasta hoy, en que algunos extrañan tiempos paranormales en que “estábamos al borde del desarrollo”. Olvidan que el desarrollo no es paranormal, excepto casos puntuales de estafadores. Incluso Venkman, después de un comienzo poco auspicioso, se da cuenta de que hay cosas más importantes que el dinero fácil: los Cazafantasmas tenían responsabilidad social.

Casa vieja

La tierra se abrió

Ufólogos, partidarios de teorías conspirativas y personajes similares predican la idea de puntos de alta energía. Tú sabes, lugares que poseen ese no se qué, como de aire cargado con electricidad, que te empujan a soñar con un mundo alternativo. Hay versiones menores con cristales de cuarzo, pirámides que renuevan el filo de hojas de afeitar y vibraciones de aura. Pero los puntos de verdad, los chakras de la tierra, te hacen sentir un cosquilleo en el estómago.

Las pirámides de Egipto o templos en Tibet son puertas cósmicas, como lo es el Valle del Elqui. Pero hay puertas menores, que en ocasiones especiales alcanzan una potencia inesperada, producto de cadenas de sucesos de probabilidad infinitesimal. Imagina un amanecer típico a las 6:58 am de un viernes, del día 291 del año 2019. El pronóstico era de 26 grados, sin más ni menos satélites orbitando el planeta, ni más ni menos tráfico, con la contaminación de costumbre. En fin, un día normal. Excepto que fue la primera pieza del dominó, el primer copo de la avalancha, la llave para el chakra, la primera bacteria para la herida purulenta de Plaza Italia.

Ahora no sabemos que sigue, si otras puertas urbanas, portones rurales o, dios nos libre, un regreso a esa tranquilidad aparente. La incertidumbre de violencia explícita, o esa paz entre comillas, de violencia implícita y de mirar para el otro lado. Sinceramente no sé si tenemos elección, porque la tierra se abrió y hay que conversar con ella.

Page 2 of 18

Powered by WordPress & Theme by Anders Norén