Tren de carga

Vienes tarde otra vez, como tren de carga

Conflicto indígena

Si el 90% de la población de Chile portamos un 70% de genes indígenas

=> mis amigos que:

el conflicto indígena es un conflicto “entre indígenas”.

Entre 40 y 50

Suficientemente viejo como para tener experiencia

Suficientemente joven como para todavíia tener ideales

Mar

Viajamos a velocidad de 32 bits camino hacia el mar. 

Al llegar a la orilla, cambiamos nuestro aceitoso ruido de neuronas por frescas musicas de olas servidas en vanguardia de la próxima tormenta.

De pronto…un sonido metálico…

Se forma un aire de silencio que revienta miles de gaviotas sobre la arena.

Me dices que algo epupante está volviendo jovenes a nuestros ya pasados huesos.

Seguiremos sentados en la orilla, hasta cuanto por fin se apague este ruido del mar!

La música de estos días

De regreso al terruño adoptivo, después de decenas de miles de kilómetros en cinco semanas. De regreso a la música que resucita, como caldo de feria.

De tijeras, papel y piedra

Nada más natural en mi que levantarme primero en la mañana y mirar el espejo.

El espejo que refleja una noche en vela, de pasión de olvido o de luna lleva vacia de invierno.

Nada más natural luego, que preparan un café, encender una estufa y esperar a que llegue el diarero con su práctica matutina de lanzador del disco. A las 6:30 de la mañana caen noticas añejas, noticias que no leeré que solo miraré mientras el café se consume fresco.

Nada más natural en mi que ver crecer un quillay por mi ventana y a ratos volverlo a mirar pasa deducir como irá el día, la estación entrante, el universo.

Nada más natural el dejar la oficina abierta y decirle buenas tardes, como está usted, ya le pasó la tos, parece que llovera de nuevo a la señora encargada de remover los defectos de un día completo en mi oficina.

Nada más natural en mi es intentar llegar a la casa y hacer esfuerzo por desenchufar la cabeza para jugar libremente al gato, a las bolitas o al memorice antes de pensar en como irá el día de mañana. Tu me dices: – hechemos un cachipúm!-.

Tijera: pienso que la vida es muy corta cuando le enconto un sentido infinito en las manos que tiran este juego

Papel: pienso que el sin sentido de la vida pierde el juego en este redondo espacio contigo

Piedra: a ratos me muevo entre estas dos sutiles hierbas

Recuperación de la memoria

No soy fanático de la pelota, ni de la cueca (que me patea el hígado) y el vino con Coca Cola (sí, el nunca bien ponderado ‘jote’) causa estragos en mi digestión. Quizás es más fácil partir así, definiendo lo que no soy o no me acomoda. Definición por negación, aunque multiplicando por menos uno no da el resultado apropiado.

Entre mis obsesiones están la lectura, entender la complejidad de modelos lineales mixtos, andar en bicicleta cuando hay buen tiempo, un buen solo de guitarra (como ‘Eruption’, que escupen los audífonos en este momento), capturar imágenes y torcer tradiciones. ¿Ves? Nada muy personal; uno puede escribir miles de palabras sin mencionar el nombre de la mascota o mi café favorito.

Pero el tema de hoy es la memoria. ¿Cuánto puede uno crecer sin aceptar la memoria? Personalmente puedo negar lo que pasó (o no) pero igual ocurrió. No estoy hablando de nada en particular, sino que de X. Si X sucedió, X es parte de mi memoria. Como país ignoramos a conveniencia: matamos a los Selk’nam y pagamos por oreja; torturamos a ese tipo que camina ahí, por la vereda del frente, que insiste en que las empanadas no quedan bien con horno eléctrico; vendemos aire envenenado de Mayo a Septiembre, especialmente a los que menos tienen para pagar.

De repente hay una voz. Y nos quedamos en silencio. Una y otra vez.

¿Qué pasaría si no pudieramos olvidar? ¿Sería (in)tolerable? Entre mis obsesiones también está la memoria, o falta de ella, y cómo afecta lo que pensamos y sentimos y hacemos. El lenguaje de la memoria, el lenguaje de la negación. Noooo. ¿Cuándo? El uso del reflexivo: se cayó, se quebró, se murió. La incoherencia de la memoria selectiva.

Mea culpa. Quiero recordar. Absolve, Domine, por la falta de memoria.

De ideología y doctrinas

A la salida de clases se acercó un estudiante a preguntandome sobre la última prueba de cátedra.

Su conversación me parecía un poco nerviosa dada la nota que había sacado: un generoso 4,1 lo cual considero bien puesto bajo mi perspectiva de profesor exigente.

Luego, note que sus mejillas enrojecian al discutirme sobre la definición de anisotropía espacial, cosa extraña y poco importane desde mi perdida perspectiva académica de recambio contínuo de ideas.

De pronto, todo giró en 90° cuando el estudiante sacó de su bolsillo una pistola creo que calibre 44 y tomó del pelo a Helena mi ayudante, gritándome que ya la cortara con la anisotropía que lo único que hacia era desarmanr su ya frágil entorno espiritual isotrópico….plano y seguro.

En la desesperación y gritos de todo el mundo en el hall central de la facultad, no sabía que hacer ni que pensar ni a donde mirar. El tiempo se detuvo y con ello todo lo que arrastra a su alrededor y a su continuo paso.

Yo,  a gritos le decia que solo era una puta definición y que si quería la olvidabamos ya que estaba lejos de ser lo más importante de mi fome curso de “dinámicas estructurales de ecosistemas mediterráneos”.

No, no, no, gritaba mi alumno, bajo los chillidos histéricos de Helena mi fiel ayudante. Que mi desgraciada definición lo tenia hasta las masas, sin dormir hace tres meses y que la solución era que yo me retractara públicamente o pagara con mi vida, ya que el no estaba dispuesto a vivir con ese “ruido de decepsión en sus oido”.

Ok, ok, ok, le grite, por la misma puta calmate de una vez! (ya se sentían a lo lejos las sirenas de la policia del campus que se acercaban a controlar esta imagen Kafkeana del mes).

Luego de estas palabras, abrí muy despacio mi computador y escribí el siguiente mensaje a pedido de mi estudiante…

“Lo de la anisotropía es una huevada. El universo, las galaxias, los planetas la tierra se configuran solo de forma anisotrópica, solo de forma anisotrópica. Acto seguido, el mensaje se perdió en la infinita lista de mis contactos…

Ya es un mes que estoy con licencia en mi casa y no quiero volver a pisar una sala de clases.

Los nuevos descubrimientos que terminan en tajantes postulados, ideas y definiciones muchas veces sobrepasan las realidades de algunas personas.

El paso de una idea a ideología o a doctrina es una verdadera catástrofe y las personas muchas veces, están tontamente dispuestas a dar la vida por sus ideas, dar la vida por sus ideologías o por sus rígidas doctrinas.

Mirando

Mirando, con toda la ingenuidad del mundo, porque un árbol nos protege.

Vida siempre

‘Vida siempre’ reverbera en los audífonos, majestuosa, violando las restricciones de MP3. Me tuerces, me llamas hasta que no siento nada.

En este invierno que se avecina imparable, la música es lo único que se mueve en el estacionamiento frente a mi oficina. Las hojas caen lentamente, trastocando la imágen: frame by frame.

El lenguaje muta en mi cabeza (’oración derredor de luz’) y—quién diría—escoger palabras cuesta, switching languages, switching songs. Es jazz, es rock, es tango, no te vayas por favor. Y los teclados de Leo Sujatovich tocan el alma.’Vida, vida siempre, es amanecer’.

Busco un video con esta canción y no hay caso. Algunos impostores tratan de mediar las palabras, pero no hay caso. Esta canción no acepta traducciones a media.

Y el invierno arroja su cara, frío, despiadado. ¿Dónde estás en estos momentos de necesidad? El invierno adelantado se lleva las últimas hojas. Usualmente todavía quedan unas flores.

Hijos del exilio

No hay accidentes, sólo situaciones coincidentes. Alguien me dijo que me quiero hacer pasar por lo que no soy. ¿Pero de dónde soy? Soy hijo del exilio. ‘Fuimos valijas de nuestros padres’. Nadie nos preguntó si queríamos irnos o si queríamos volver.

Exámenes de revalidación de estudios, acentos o idiomas nuevos. Paula saltó al vacío algunos años atrás, sola en New York. ¿Qué será de Amparo y esos ojos grandes? Andrés en la lucha eterna contra el sobrepeso.

Somos muy diferentes el uno al otro; quizás lo único en común es que estamos perdidos. Y nos cambiamos de aquí para allá, buscando algo que no podemos encontrar: la paz de regresar. Simple, no tenemos punto de partida.

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