Estas últimas dos semanas el espacio sonoro se ha visto invadido por chicharras, a veces ensordecedoras, a veces suavemente enfatizando el silencio. Eso y la humedad a la cual no estoy acostumbrado. ¡Es cuarenta y tres grados y medio latitud sur!

¿Cómo te explico? A la altura de Guaitecas, pero en el medio de la nada. Puedo viajar hacia el oeste por miles de kilómetros sobre agua, pasar por bajo Australia, bajo Asia, bajo Africa y no tener dónde parar (excepto agua). Por alguna razón que aún no entiendo, esa distancia me produce relajación. Pero la mayor parte del tiempo no existe la combinación precisa de temperatura y humedad de chicharras. Puedo viajar hacia el este por miles de kilómetros sobre agua y no tener dónde parar hasta llegar a Guaitecas.

A veces me da susto tanta distancia y me sorprende ver chicharras. Otras veces me fascina tanta agua: ¿de dónde viene, qué va a pasar con ella? ¿Hay algo especial en esta cruz gigantesca de paralelo y meridiano o es un mero accidente lleno de chicharras?

La respuesta es, las respuestas son [se interrumpió la conexión].