La historia de la astronáutica chilena tiene un antes y un después de Cosma Nahuelpán. Los ingenieros fomes de costumbre sacarán a relucir unos satélites que parecen cajita feliz, o unas antenas que explotaron en pleno ascenso al espacio. Sin embargo, nadie desde el Teniente Bello había capturado el alma nacional como Cosma. La misión Pewén hubiera chocado contra asteroides sin su destreza digna de flipper ochentero. ¿Quién arregló el hiperjet con un pinche de pelo y un tubo de neoprén? Cosma. ¿Quién germinó las primeras semillas de foye* en el espacio? Cosma. ¿Quién comunicó el logro de la misión al llegar a destino? Obviamente Cosma. Derecho de la escuela numerada de Quecherehue a heroína mundial, saltándose a los mediocres apitutados de costumbre. Cancha, tiro y lado… Cosma nos permitió creer de nuevo.

*Foye, foyke, canelo, Drymis winteri