Vienes tarde otra vez, como tren de carga

Month: October 2009

Configuración del espacio-paisaje

En zona de elecciones, de test social y de flatulencias de “nuevas idea”, lo único que me da cierto sentido es una verdadera re-configuración del espacio-paisaje.

Un espacio-paisaje donde la desigualdad de los ingreso sea para todos por igual.

Un espacio-paisaje donde tener educación de tanta verguenza como ser un analfabeto.

Un espacio-paisaje lleno de árboles y bosques y a su ves lleno de tierra y basura abandonada en la misma posición.

Un espacio-paisaje que se vuelva bi-polar frente a la heterogeneidad, frente a lo adverso, frente a lo imposible, frente al dolor.

Un espacio-paisaje de colonización indigena bajo el retorno de las nuevas tecnologías.

Un espacio-paisaje borrado de doctrinas y dogmas en papel, donde fluyan como polen e-lectricos ideas que practican la selección natural.

Si, esto me hace sentido: un espacio-paisaje armado desde tus ojos donde yo pueda existir un poco más tranquilo.

Elecciones

En general no escribímos de política; o quizás sí, pero no de lo contingente y divisiones de poder, sino que de los temas que afectan a toda la polis. Sin embargo, esta vez es diferente porque vienen las elecciones y—desde la distancia—me dieron ganas de entender lo que sucede.

En el caso de Tren de Carga somos dos individuos, que a veces estamos de acuerdo y otras veces en desacuerdo. Me gusta que sea así y que nuestra “sociedad subversiva”, en el sentido de erosionar ligeramente esa realidad cotidiana, funcione de todas maneras. En cierta medida buscamos lo mismo, mientras que queremos cosas diferentes con algunos puntos en común.

Esta parte de Tren de Carga (Luis) quiere más libertad en todos los ámbitos. Libertad económica sin libertad política y social (la derecha) es insuficiente. Libertad política sin libertad económica (la izquierda) no alcanza. Por eso, en algún momento dijimos que somos ultravioleta, más allá del espectro visible.

Yo quiero más capitalismo, pero del de verdad, no de esa versión amordazada en que los apellidos valen más que la capacidad. Todavía somos esclavos de un sistema de castas que se ha mantenido por varios siglos. Quiero ver un gerente de empresa de apellido Catrileo, Chihuailaf o Lienlaf no porque haya cuotas, sino porque vivimos en una sociedad que da oportunidades a gente capaz. No quiero un “problema mapuche”, porque todos somos (parte) mapuches. Tenemos un problema de propiedad de tierra y de discriminación terrible, que debe ser solucionado dentro de un marco legal.

Esa sociedad teórica invierte en educación, pero de manera inteligente. Premia a los profesores porque son buenos, no porque llevan muchos años haciendo el mismo trabajo mediocre. Eso requiere voluntad política. Tenemos educación bilingue que incluye los idiomas originales de Chile.

Esa sociedad no tiene salario mínimo, no porque no quiere proteger a los trabajadores, sino porque la gente tiene la capacidad de generar ingresos más allá de cualquier mínimo artificial. De nuevo, eso requiere educación y darle a los padres la oportunidad de escoger donde sus hijos estudian.

No quiero subsidios agrícolas, que protegen a unos pocos productores. Todos pagamos más por algunos productos, para proteger a unos pocos. No es justo, sobre todo para los más vulnerables en nuestra sociedad.

Ninguno de los candidatos calza en esta historia. Los candidatos a presidente llaman, prometen y presentan la elección como “sólo yo puedo resolver tus problemas”. Ese es un falso dilema, porque solamente nosotros podemos resolver nuestros problemas. Simple. Por alguna extraña razón proyectamos nuestros deseos en una figura política, pero esa sociedad teórica no comienza con un nuevo presidente, sino con cada uno de nosotros: reclamando, creando oportunidades y haciendo cosas pequeñas, pero importantes. Y un día Lienlaf va a ser gerente.

Experimento

Marcelo me dejó pensando con esa transición de ‘ayer a más ayer’ y cómo tenemos puntos de comparación. Tenemos una referencia ‘humos madereros’ y ‘bosque desocupado’. ¿Qué pasaría si abandonáramos toda referencia? ¿Qué tal una tabula rasa?

Un experimento mental: borramos todos los archivos de noticias desde el 30 de Septiembre del Año de Nuestro Señor 2009 hacia atrás. La próxima vez que uno prende la televisión y un político abre su boca para expresar un lugar común o cliché acerca del escándalo de moda en Agosto—como es la costumbre en esa ocupación—no hay referencia en archivo. No hay imágenes, no hay absolutamente nada. El (o ella) no puede hablar de la necesidad de continuar REMPLACE TEMA DE MODA AQUI. Ella (o el) no puede argumentar la necesidad de parar REMPLACE TEMA DE MODA AQUI.

No hay incendios enormes de alerces, las estatuas en la calle son desconocidos de bronce que nos miran lenta y curiosamente, no hay gesta invaluable del pueblo, no hay caso A, B o C, no hay gorilas golpistas, no hay TranSantiago, no hay.

Lo único que hay es la ‘pretérita incertidumbre del futuro próximo’. Hay que inventar el primero y el dos y el tres de octubre y seguir inventando días.

Fin del experimento. Retornemos a nuestra realidad y no olvidemos las frutillas recicladas.

Sociedad elástica

Pasamos de la pobreza a la extrema riqueza.

Del beso amargo en la mejilla a los abrazos eufóricos de un partido de futbol.

Del humo maderero a los ciber reactores de energía biónica.

Bosque desocupado  –> suelo ocupado a fibra óptica.

Música en bits –> paradoja cibernética al derecho de autor.

Pasamos del ayer al más ayer.

Del más ayer al pretérito incertidumbre del futuro próximo.

Vaciamos las calles de árboles  y llenamos las avenidas de paneles de propaganda.

Crecemos edificios borrando con el pié las góticas medias aguas mediterráneas.

Crecemos ciudades hacia los extremos dejando los centro cada vez más perforados.

La lavanda da perfume a plástico reciclado.

El tarro de basura huele a frutillas recicladas.

Nada especial mis amigos.

Solo la sociedad en su elástica onda de sobrevivencia, de ida y vuelta, de ida y vuelta.

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