Pasó el dieciocho de Septiembre
sin pena ni gloria, porque a falta de referentes externos–como, por
ejemplo, una fonda al otro lado de la calle–yo vivo perdido en el
espacio-tiempo y las fechas vuelan sin recordar (excepto por un par de
cumpleaños y aniversarios). Y fondas no hay en New Zealand.
Cuando recordé las ‘fiestas patrias’ me quedé pegado con la palabra patria. Es la patria, pero viene de patrĭus, el padre. Aquí puede ser motherland o fatherland, dependiendo de preferencias sexuales del dia.
Me acuerdo de Fulano, que define no patria, pero nación como:
un grupo de guatones con dinero y mil carretoneros borrachos.
Una versión más antigua, anacrónica como crema lechuga, es la de Quilapayún (1976):
Chile será de nuevo
estrella, surco y mar
patria de multitudes
arado y canción.
Tiempo atrás conocí a un apátrida, que tenía que esperar hasta tener
dieciocho años para escoger ser chileno o nada. ¿Carretoneros borrachos,
patria de multitudes, guatones con dinero o nada? También conocí varios
patrioteros:
individuos que ven la patria sólo en los símbolos. Patria es la bandera
(aunque sea de nylon, hecha en China), el escudo, los uniformes y el
folklore (o folclor).
El folklore parece ser una foto antigua, de tonos sepia. Representa
esos folletos de Chile que uno puede obtener en cualquier embajada. Niño
vestido de huaso, mantilla y sombrero. ¿Cuándo fue la última vez que vi
uno de esos de verdad (no esos disfrazados de huaso)? Creo que quince
años atrás, viajando en el medio de la nada. Fulano y cumbias es
folklore, aunque no tengan espuelas.
Patria, al fin y al cabo, es un sinnúmero de estereotipos, pegados
con cinta adhesiva, formando un mosaico que quedó estancado en el
tiempo. Patria es también memoria, destino, punto de partida, y
justificación para tomarse unos tragos. Patria es pérdida, encuentro,
abrazo y justicia esquiva.
¡Feliz fiestas patrias!