Tren de carga

Vienes tarde otra vez, como tren de carga

Límites en la península

Sino fuera por el sol, aquí iríamos perdidos vagando por esta tierra que pensamos cruzada solo por trenes de alta velocidad.

Sino fuera por el sol en el Este que aquí no sale después de cruzar una cordillera flotante, los campos serían grises como lo indica una mañana de alta velocidad.

Pero en lo que llaman norte existen bosques de pinares somnolientos que hizo volver la esperanza a las bandadas que pululaban por estas tierras y que decidieron fundar las ciudades.

Ayer plantábamos maíz en las afuera donde hoy cosechamos energía solar en cantidades insuficientes.

Un satélite persigue con su click la trayectoria de un sol sin norte, ni sur, ahora por culpa de la planicie.

Todo esto es suficiente para descubrir un viaje de años hacia el sur de esta vieja y amigable península.

Trayectorias

¿Cual es la línea más corta entre dos puntos

de esta América que escapa del continente?

Guardián

Sin pensarlo ni pedirlo me he convertido en guardián de sueños inconclusos.

De vidas hoy inocentes que en tiempos muy remotos forjaron nuestra niñez y la juventud.

Guardián de espacios desconocidos, de recuerdos y respiraciones que corren al borde de esta vida.

Nunca se sabe cual es el rol que tendrás que tomar después de una muerte definitiva.

Nunca se sabe si tendrás que tomar el timón en tiempos de océanos tranquilos o de tormentas desconocidas.

Una siesta a la orilla de la foresta pesa más que un aullido de lobo bojo una luna llena en el matorral.

13-11-2022

Ciudad de las conversaciones

Son las 9 p.m. después de una semana de 38°C de calor continuo.

La gente sale de sus escondites, de las tiendas y oficinas para sentarse al borde de las veredas a conversa.

Son millones de palabras por minuto y miles de litros de cerveza, tinto de verano y mostos de La Rioja que corren entre mesa y mesa.

¿Que se dirán en cada tarde que se encuentran? ¿Una ultra derecha que se avecina?,¿ las energías no convencionales que no alcanzan?, ¿Rosalía mañana en el teatro Cana?l.

Las últimas noticias sobre los bosques de América inquietan a ecologistas destacados. Pero jóvenes salen a correr 10k bajo el calor para desafiar al cambio climático que asecha.

La maquina cibernética y la inteligencia artificial serán la solución a este inadecuado problema que nos dejaron, que es nuestro presente.

Ahora estoy sentado mirando mi teléfono como si conversara algo interesante con un amigo en NZ colgado por hilos de un ciber-espacio. Hablo sobre el acto de protesta por errores no forzados que se cometen en el museo de América.

América fue el oro por 300 años. Ahora atiende mesas en restaurantes, lleva el pedido en bicicleta eléctrica y se sirve como ingrediente en platos de olvidado origen.

Sigo atento el dialogo de miles de voces que zumban como panal de abejas en plena primavera. Todas buscando a su reina ya que no sabrían vivir si ella.

No logro oír nada. No quiero oír nada. Aquí los cotidianos ocurren en conversaciones al igual que en nuestras villas, donde despertamos y vivimos los días pensando que mañana seremos diferentes.

Sesiones radioactivas

Durante una hora hay que colgarse de algo, afirmarse para que la mente no divague y se transporte a lugares oscuros. La música es lo más fácil como ancla. Así en cada sesión paso un papelito con el nombre de un disco, para que sea mi centro universal. Lo buscan en Spotify y ya, suena por los audífonos que cubren el ruido de partículas.

Sesión 1: Vrioon de Alva Noto y Ryuichi Sakamoto

Sesión 2: Familiar Places de Little North

Sesión 3: Finding Seagulls de Little North

Sesión 4: The Blue Notebooks de Max Richter

Sesión 5: Viaje por la Cresta del Mundo de Congreso. Este es el mejor album chileno de los últimos 50 años.

Cada sesión sigue la misma estructura: resonancia magnética – media hora de silencio mientras los físicos hacen cálculos cósmicos – quince minutos de radiación ensordecedora. Termina y es ir al baño, cambiarse de ropa y salir de un hospital como si nada sucediera en el mundo.

Elekta Linear Accelerator o el iPod más caro de la historia

Libertango

Todo pasa demasiado rápido entre avenidas que suenan a llegada de caravanas antiguas y mojadas por lluvias de verano del pasado.

Edificios, balcones y vidrios miran al sol esperando un rocío de mañana ácida que ha de transformarse de súbito en otoño.

Gente caminando en todas direcciones. ¿Pero cuales son esas direcciones? Un nuevos norte al sur del antiguo sur. Un nuevo este con montañas que no convergen a ese antiguo mar Mediterráneo.

Avenidas donde caminas rápido, días donde la luz pasa rápido y horas olvidadas por el destino que mantiene a la memoria-

¿Y los paisajes, que hay de las paisajes?. ¿Esos que vibran y vibran entre ventanas y balcones que vibran sin fin?

Ahora todos están presentes. Y de súbito se mueven líquidos como un libertango.

Y nos convertimos en parque temático (a Barcelona 2023)

¿Que pensarían generales, condes y reyes si vieran en que se han convertido estas calles?

¿Que dirían mercaderes, esclavos y juglares si vieran en que se han convertido las piedras y adoquines traidos con dolor?

Ahora la calle suena a música envasada, a disfraces alegóricos que como escenografias quieren rememorar algo pasado.

¿Pero cuándo terminó el pasado y cuándo estas piedras se transformaron en mentiras de si mismas?

Ahora, aquí una catedral en reparación eterna y burbujas de agua y detergente configuran la plaza central que cada día recibe al sol.

La antigua música de juglares, el dolor de los esclavos y la mercancia de los mercaseres han sido reemplazados por turistas de short a 1000 fotos por segundos.

Tatuaje

A mediados de los cincuenta recibí mi primer tatuaje—tiene tres puntos, hecho por mi oncólogo. Lo necesito para alinear la mira láser del cañón de partículas relativistas que sellan la carne, de manera que solo va a matar las partes de mí que me están deteniendo.

XKCD 933

Minirelato desesperado

Amanecí preocupado por el bosque esclerófilo chilensis. ¡Quién lo diría! Levantarse pensando en el maldito litre—alérgico sea tu nombre—el peumo críptico de nuestros días o el boldo que con sus aguas nos sana y confunde. ¿A quién se le ocurrió llamarlo Peumus boldus? Ah, Molina. ¡Por la chuta, qué clase de elección diabólica, poh Molina!

Bueno, la cosa es que amanecí pensando en nuestro bosque que se seca a más no poder. Milenios sobreviviendo tranquilamente y entre todos lo estamos tornando color café muerte. A ver, cabros, cabras y cabres, hay que ponerse las pilas, cortar el weveo con el agua para las paltas, las granadas o lo que sea que esté de moda plantar entre medio de nuestro tesoro esclerófilo. No podimos seguir produciendo gases de invernadero a este nivel, vesanía su señoría, no hay offset que aguante esta guachafita; me puse venezolano del puro escándalo.

Tal vez si pedimos por favor, que queremos que nuestra descendencia pueda enamorarse del bosque esclerófilo. Se ponen cartuchos con un cuadro de Monet o de Van Gogh, ¡Ay que la sopa, que el puré, que la cacha de la espada! Pagaría mil Van Goghs por mi bosque esclerófilo: hay poleras, papel confort, fotos de alta resolución de los cuadros desorejados. Nuestros árboles se van, para siempre.

Para siempre. Y seguimos con la misma guachafita.

Decarbonizando.

Minicuento de oficina

Tengo unos cactus chiquitos, como de juguete, en mi oficina. Son tan chiquititos que reniegan de la gramática e insisten en llamarse cactuses. Toman unas pocas gotas de agua cada par de semanas y quedan turgentes de felicidad. Uno de ellos tiene el pelo sedoso, como muñeca antigua; otro es punk con extremidades que cortan de mirarlas. También hay uno desgarbado y con bigote, que se parece al Profesor Jirafales. Sea como se vean, todos mis cactus son heróicos, sobreviviendo en el marco de la ventana mientras empujan los límites de su nicho ecológico. Tengo unos cactus chiquitos y valientes en mi oficina.

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