En vivo desde Suecia, escrito en el tren entre Uppsala y
Estocolmo. No, no vine a recibir el premio Nobel, aunque estaba dando
una presentación el día que los anunciaron. Para otra vez será.
Ha sido un viaje extraño, como para culminar un año en la ruta.
Primero Australia, luego USA y seguido por Japón. Esta vez es
Christchurch, Singapur, Frankfurt, Arlanda para llegar a bosques
nórdicos. Son pinos, abetos y los maravillosos abedules de tiempos
remotos. Tengo una fascinación con abedules que comienza a principios de
los años setenta. Y he aquí, más de treinta años después, saltan a
recibirme al paso del tren.
El cielo está gris, con un mar de nubes. De repente el mar se quiebra
y los abedules tienen cortezas doradas. Un momento después tenemos
plena oscuridad: un túnel.
Mañana el viaje continúa; cuatro vuelos para completar los casi
20.000 kilómetros que me separan de la casa. Me despido con ganas de
volver durante el verano, para visitar el norte con sol permanente. Uno
nunca sabe, pero creo que será posible. Saludos Tore, y nos vemos pronto
otra vez.