Como siempre, Tren de Carga se adelanta a las realidades futuras (o pasadas).
Nota 1:ver 3 post anteriores.
Nota2: este mensaje se ha enviado vía una wi-fi hogareña de jardin.
Como siempre, Tren de Carga se adelanta a las realidades futuras (o pasadas).
Nota 1:ver 3 post anteriores.
Nota2: este mensaje se ha enviado vía una wi-fi hogareña de jardin.
En el futuro, de eso murió la gente.
Primero fueron los post y los mensajes a texto por las wireless.
Luego la hiper-conexión en 1, 2 y 10G, sobre echos sonoros a wireless.
Y nadie pudo pensar lo que pasó…La piel se empezó a descascarar y los ojos a brillar en suave tornasol.
Y nadie pudo pensar lo que pasó…Luego vinieron las escaras y el destiño del cabello, los dolores al ombligo y las ganas de no conversar.
Y nadie lo pudo pensar…Algunos se volvieron casi locos y otros empesaron a sentir deseos indómitos o sentimientos escondidos como ese de querer tomar más y más agua.
De aquí la muerte se vió a un paso, en numero exponenciales, en números logaritmicos como si se dibujaran a marcas infinitas sobre las wireless.
Escribo este mensaje desde el lobby del aeropuerto Pearsson de Toronto a 8000 km de ustedes.
El año pasado, en viaje semejante, no lo podía hacer por que el acceso a internet era pagado y reducido.
Hablé con una de mis hijas por teléfono, perdón por Skype y con la cámara levantando el computador le mostré la gente, el edificio, el cual encontraron soberbio (turbantes, gorros extraños, velos, botas vaqueras y ropa latina conformaban el paisaje).
Para ella esto de ver un viaje en tren, un hotel o un aeropuerto en vivo no es futuro, es su presente y no es distancia.
Para mi es algo extraño que me tiene cerca y lejos, mirando dos horarios y pensando en dos espacios completamente diferentes pero presentes.
Otra gracia de este pasado es que ella vía web seleccionó su regalo en una tienda, el cual compré con cero incertidumbre y luego mostré a la cámara para confirmar que todo iba Ok.
Casi hablo tres lenguas pero ya no es necesario. Una persona en la calle me escribía lo que me quería decir y una máquina indiscreta casi lo repetía en perfecto Castellano.
Un cosa extraña eso sí que he notado estos últimos días, son las marcas ácidas de wireless entre mis piernas.
Estuve leyendo un pequeño post de Jorge Baradit acerca del futuro y escribí el siguiente comentario:
—
Fue William Gibson que dijo ‘El futuro ya esta aquí, pero desigualmente distribuido’ o algo así.
Opino que nuestro presente, el futuro de cincuenta años atrás, es mucho más dramático que lo predicho. El problema es que desde nuestra perspectiva ha sido un cambio gradual; es como envejecer. Aparece una cana por aquí, una arruga por allá, pero nos vemos en el espejo todos los días. Sin embargo, un día cualquiera nos encontramos con un amigo de antaño, que nos recrimina el haber envejecido ‘de repente’.
Nuestro idioma ha cambiado y lo torturamos diariamente, para meter a presión ideas a medio pensar en 256 o 140 caracteres. Nuestra versión española de Nadsat o Cityspeak, que nos permite formar paquetes que pasan por la red, por satélites y aparecen casi immediatamente a miles de kilómetros de distancia. Soy yo escribiendo a 9370 km de distancia, desde el sur de la Tierra Media, con una gramática bastarda.
Nuestros bolsillos llevan bibliotecas y centros de música con colecciones que hemos obtenido gratis, debido a la gentileza de extraños y ante la desesperación de los dinosaurios que son las editoriales y sellos musicales. La industria de la música duró menos de 50 años. Los periódicos agonizan porque quién quiere pagar por algo que se puede obtener gratis. Y más rápido. Y en cualquier idioma.
Usando mi tarjeta de crédito puedo acceder a una compañía en otro continente, que gustosamente puede enviarme los elementos para trabajar en modificación genética en la cocina de mi casa. Y sigo una receta, combino genes, silencio genes y… Creo que olvidé mencionar que cualquier persona puede hacerlo, no en una universidad, o un instituto de investigación. Tú, el que va caminando por la calle.
Jorge mencionó la privacidad, o la falta de ella. Presiono un botón virtual en mi teléfono, que despierta al GPS y le dice al teléfono que envíe mi posición cada segundo a un sitio en la red. Mis amigos saben dónde estoy, saben que voy caminando a 5.3 km por hora en dirección 283 grados.
Y nada de esto nos impresiona porque pasó de a poco. Bueno, quizás a la gente de más edad o a los Luditas de costumbre les escandalice que tengamos la desfachatez de decirle al mundo que estamos tomando un café de desayuno y que el pan está medio duro. Pero cuando medio mundo transmite, mi desayuno es un ruido más en la masa tratando de llamar la atención en Twitter.
Mientras tanto, tenemos una parte del planeta que vive 70 u 80 años en nuestro pasado, muriendo de enfermedades que ya no deberían ocurrir. Al mismo tiempo, tienen parte de nuestro futuro y mandan SMS desde zonas sin electricidad, sin caminos pavimentados, pero con recepción de celular. EL futuro está desigualmente distribuido, pero bien mezclado, con chips rodando en bicicletas viejas y sudacas colgándose de la luz y de los satélites.
Yo digo ‘Bien impresionante Don Futuro’.
Después de años de entrenamiento en la central de alta tecnología de Tren de Carga, nuestro enviado especial se ha lanzado a la vida ferroviaria. Los milagros de la tecnología—microchips implantados en todo su cuerpo—nos permiten seguir su estela en el hemisferio norte.
Facebook, Twitter, WordPress nos recuerdan que nuestro enviado especial, comando boina verde ferroviario, está en la estación apropiada. O está mirando el desplazamiento horizontal del paisaje. O respirando flores de otros países que pasan volando por su ventana. O estancado en un compartimiento con extraños que insisten en meter conversación. O está confirmando la anisotropía espacial a lo largo del continente.
Definitivamente el proceso no es estacionario.
Después de años de entrenamiento en la central de alta tecnología de Tren de Carga, aún no hemos podido eliminar la nostalgia de la familia lejana, o del pájaro muerto en el andén de la estación, o de mirar esa conjunción de luces que nunca más será repetida exactamente. Esa es precisamente la mayor ventaja del entrenamiento provisto en la central de alta tecnología de Tren de Carga: comandos que no han perdido su humanidad.
Enviamos saludos fraternos a nuestro enviado especial se ha lanzado a la vida ferroviaria. Le deseamos éxito en su misión de entender la variedad espacial del paisaje a escala gigantesca; también le deseamos éxito en su regreso largo y extemporáneo al sur del espacio anisotrópico.
Buen viaje.
Todavía hay restos de fotosíntesis sobre el pasto.
Todavía huele a infrarojo sobre las hojas y las verduras de la mesa.
La parada de los tiempos se ha retrasado debido a un mal manejo de las piedras y de las ondas sobre el mar.
Me dijiste construye algo interesante. Y yo derivé el planeta hacia fotosíntesis lejanas enredadas hacia el fondo de micro sistemas digitales.
Me pediste que creara algo como un lenguaje. Y saqué del fondo de las piedras números irracionales para acompañar los paisajes primitivos y aquellos más complejos que ya tienes seleccionados sobre tu mesa.
Por que no hacemos volar algo -me propusiste como en sueño- y fueron los aero-yets lo que me dió placer poder mostrarte.
Tan agotado estás? Si, ya que todo lo que hago por ti lo envío al extremo de las energías conocidas.
Gracias! -me dijiste – y seguiste jugando en el patio, con ese giro solar incansable que llevas por dentro.
Flamante en la calle viajando a 50 k x h.
A puerto seguro me digo.
De pronto un camión sale de no se donde.
Se incrusta en mi parabrisas.
Se infla el AirBag y no re cuerdo mucho más.
Al salir te dije que me iría despacio para llegar a puerto seguro.
Nada que hacer con estos malditos idiotas protegidos por sus corazas de bondad!
A 8.000 km por día, neuropathist
por oche. Mirando pasar otros bosques, otros pájaros, otra luz, otros paisajes.
A 8.000 bits por segundo, suspendido en el aire o sobre rieles de carbono.
Nada es extraño aquí y el viaje a ratos se vuelve placentero ya que no eres un extraño.
Cuantos días, años o siglos me llevó controlar la incertidumbre, ese caos que esconde un orden milenario bajo cada momento de siesta!
Asi va la vida aquí. Con otro frío con otro ángulo solar, otro saludo de mañana, otro café y dulsor del azucar.
Como les dije, nada extraño pero sobre todo extremadamente planetario.
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