Dedicamos parte del fin de semana pasado a sembrar y preparar almácigos. Obsesivo como siempre, entré a un mundo de coincidencias y sincronías de carácter árabe. ‘Al-mácigo’ pensé; tiene que venir del árabe.
Y sembramos tomates (’Oregon spring’ y ‘beefsteak’), alcachofas (otra presencia árabe), cilantro, zanahoria (de nuevo), porotos y pimientos. Crear almácigos tiene poca ciencia pero requiere paciencia y esperanza: todo va a salir bien y las plantas van a ser saboreadas en un futuro cercano. Bueno, hoy el mesón de nuestra cocina tenía nuestra primera cosecha de brócoli y coliflor (Brassicaceae es la orden del día).
Al mismo tiempo revisaba las fotos publicadas por el Boston Globe en el blog The Big Picture (siempre excelente), con motivo de Ramadán (más acerca de Ramadán aquí). Yo podía verme comprando en el puesto de la foto catorce.
Las influencias vienen por diferentes canales: pueden ser los dulces árabes del negocio de Calle Bellavista cerca de la esquina con Loreto (Barrio Patronato), los nombres de plantas y frutas, esos cantos provenientes de la mezquita a dos cuadras del hotel. Una visión positiva en tiempos de violencia excesiva.
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