Vienes tarde otra vez, como tren de carga

Y soñé con los helicópteros

Anoche soñé nuevamente con los helicópteros. Pasaban volando bajo y los veía desde al lado de la Casa de la Cultura. Los jardines de la famosa casa tenían unas palmeras—y esto no es sueño—donde acostumbraba a jugar a esconderme con mi amigo Gonzalo. Mirando desde las palmeras vimos helicópteros que se movían como gigantes lentos. Cierto, esto tampoco era sueño. Eran hermosos y desconocidos.

Pero estaba hablando de mi sueño… Ahí los helicópteros son dueños de una soledad espantosa, algo así como los Dementor en Harry Potter, pero peor, porque son mucho más reales y no son un juego de ficción. Los helicópteros son viajes forzados (en que uno es equipaje, nadie preguntó ‘quieres ir’ o dió opciones), uniformes, acentos, modismos, timidez, burla, paisajes extraños—más hermosos que los helicópteros, y una mirada apátrida.

Claro que puedes estar pensando que Erick Pohlhammer describió los mismos Helicópteros con harto mas gracia:

…hasta que llegaron los helicópteros y los  helicópteros
se establecieron desde allí hasta siempre
                girando y zumbando como tábanos
              de acero los helicópteros
girando sobre nuestros cerebros, zumbando sobre nuestros cerebros

Pero esos no son mis helicópteros, sino que los de Erick, y el tenía diecisiete y yo era protohumano de seis. Y anoche en serio soñé con mis helicópteros, lo que sucede a menudo cuando se acerca mi cumpleaños, cuando la memoria punza desde un rincón.

Cuando sueño con los helicópteros pienso ‘quizás estoy cagado de la cabeza’, piantao de tango, no quiero transmitir esto a las generaciones futuras. Siento que tengo que conectar con quienes no he hablado por años, aunque sea para descubrir que ya no vale la pena. Mi mente vuela sin restricciones, todo por unos putos helicópteros.

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2 Comments

  1. Legris

    Me acuerdo de este escrito tuyo….o no? Pero me acuerdo que era bueno…y lo es todavía? No sed.

    -Inseguridades de un doctor a los 47 años de viejo-

    • Luis

      Sí, era mio. No sé cuán bueno era, pero a esta altura qué le vamos a hacer. Inseguro también, Apio

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