Hay días en que el aire duele de frío, corta como vidrio y se siente (realmente) el silencio. Volando en bicicleta desde el trabajo me detuve ante la composición verde brillante. Una de las ventajas de usar un computador pequeño es que queda espacio en la mochila para llevar otros accesorios: cámara compacta, grabadora digital, micrófonos y cachureos varios.

Al final de un día cualquiera de abril paré la bicicleta, rescaté la cámara de un bolsillo, ajusté la velocidad del obturador y click, grabé el aire frío rodeado de nubes extrañas. ¿Después? Seguí pedaleando.

El aire dolía de transparente.

El aire dolía de transparente.