El país desaparece en la distancia
espacio-temporal
borroso
con las luces que merodean mi halo de santo
creando un bokeh cremoso
digno de fotógrafo profesional.

Voy y vuelvo
voy y vuelvo
en la memoria que convierte en idílico lo trivial
que socava lo áspero
como un río terco y empeñado
en hermosear lo que no podemos revivir.

Y cuando regreso de verdad
por una semana, o dos
se corre como pintura de mala muerte
exhibiendo las manchas, cicatrices,
espinillas, huijas y rendijas
propias de la realidad.

Limpio el maquillaje con cuidado
y respiro brevemente
ajustando la presión
un buzo retornando a la superficie
saboreando el reflejo del cielo
mientras esquiva burbujas mortales.

Quién te viera, quién te vió
desconocido mío, hermano mío
áspero, olor a humo, nítido a la perfección.