Los antiguos navegantes y viajeros ya lo sabían. Como también lo sabían astronautas y colonos en otros planetas. Las tardes llegan tranquilas pero se extraña el jardin la conversación cotidiana el beso en la mejilla la comida de noche el sillón y los libros.

En lenguas diferentes los diarios informan novedades del futuro pero con énfasis contrarios que te sacan del colectivo venidero. No es querer volver sino desear que todos los que están lejos en 300.2 milisegundos compartieran el vino la pasta y la ensalada de la mesa.

Existe buena compañia en el viaje pero son muchos los años necesarios para caminar libre y sin condiciones. Aquí la vida parece que da todo pero al mismo tiempo se ríe a carcajadas por que sabe en lo profundo que estas navegando solo.