Estuve leyendo un pequeño post de Jorge Baradit acerca del futuro y escribí el siguiente comentario:
—
Fue William Gibson que dijo ‘El futuro ya esta aquí, pero desigualmente distribuido’ o algo así.
Opino que nuestro presente, el futuro de cincuenta años atrás, es
mucho más dramático que lo predicho. El problema es que desde nuestra
perspectiva ha sido un cambio gradual; es como envejecer. Aparece una
cana por aquí, una arruga por allá, pero nos vemos en el espejo todos
los días. Sin embargo, un día cualquiera nos encontramos con un amigo de
antaño, que nos recrimina el haber envejecido ‘de repente’.
Nuestro idioma ha cambiado y lo torturamos diariamente, para meter a
presión ideas a medio pensar en 256 o 140 caracteres. Nuestra versión
española de Nadsat o Cityspeak, que nos permite formar paquetes que
pasan por la red, por satélites y aparecen casi immediatamente a miles
de kilómetros de distancia. Soy yo escribiendo a 9370 km de distancia,
desde el sur de la Tierra Media, con una gramática bastarda.
Nuestros bolsillos llevan bibliotecas y centros de música con
colecciones que hemos obtenido gratis, debido a la gentileza de extraños
y ante la desesperación de los dinosaurios que son las editoriales y
sellos musicales. La industria de la música duró menos de 50 años. Los
periódicos agonizan porque quién quiere pagar por algo que se puede
obtener gratis. Y más rápido. Y en cualquier idioma.
Usando mi tarjeta de crédito puedo acceder a una compañía en otro
continente, que gustosamente puede enviarme los elementos para trabajar
en modificación genética en la cocina de mi casa. Y sigo una receta,
combino genes, silencio genes y… Creo que olvidé mencionar que cualquier
persona puede hacerlo, no en una universidad, o un instituto de
investigación. Tú, el que va caminando por la calle.
Jorge mencionó la privacidad, o la falta de ella. Presiono un botón
virtual en mi teléfono, que despierta al GPS y le dice al teléfono que
envíe mi posición cada segundo a un sitio en la red. Mis amigos saben
dónde estoy, saben que voy caminando a 5.3 km por hora en dirección 283
grados.
Y nada de esto nos impresiona porque pasó de a poco. Bueno, quizás a
la gente de más edad o a los Luditas de costumbre les escandalice que
tengamos la desfachatez de decirle al mundo que estamos tomando un café
de desayuno y que el pan está medio duro. Pero cuando medio mundo
transmite, mi desayuno es un ruido más en la masa tratando de llamar la
atención en Twitter.
Mientras tanto, tenemos una parte del planeta que vive 70 u 80 años
en nuestro pasado, muriendo de enfermedades que ya no deberían ocurrir.
Al mismo tiempo, tienen parte de nuestro futuro y mandan SMS desde zonas
sin electricidad, sin caminos pavimentados, pero con recepción de
celular. EL futuro está desigualmente distribuido, pero bien mezclado,
con chips rodando en bicicletas viejas y sudacas colgándose de la luz y
de los satélites.
Yo digo ‘Bien impresionante Don Futuro’.